sábado, 30 de junio de 2018

Masones Argentinos - Adolfo Saldías

Image result for Adolfo Saldias ImagenAdolfo Saldías 
Abogado, historiador a quien se considera precursor del revisionismo, dirigente político, militar y diplomático. En 1882 fue miembro de la Convención Provincial Constituyente. Ingresó al Partido Autonomista de Buenos Aires, liderado por Adolfo Alsina. Tuvo activa actuación en la Revolución del ‘90 junto a Leandro Alem. Tras la derrota, fue desterrado a Uruguay.

Participó de la fundación de la Unión Cívica Radical en 1891 y de la insurrección armada en 1893 por lo que fue nuevamente desterrado a Uruguay después de sufrir prisión en Ushuaia. En 1898 fue designado ministro de Obras Públicas y entre 1902 y 1905 ejerció la vice gobernación de la Provincia de Buenos Aires acompañando a Bernardo de Irigoyen. Poco después asumió como diputado nacional hasta 1910, luego viajó a Bolivia como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario, cargo en el que lo sorprendió la muerte el 17 de octubre de 1914.

En 1888 había dado a conocer la versión definitiva de su Historia de la Confederación Argentina en cuya elaboración utilizó los archivos que Rosas llevó a Inglaterra. Pese a que dedicó su libro a Mitre, el ex presidente criticó severamente la obra. Saldías también escribió, entre otros títulos, Ensayo sobre la historia de la Constitución argentina, La decapitación de Buenos Aires, Ley de las Instituciones y Los Minotauros.Hijo de masón, fue iniciado en la Logia Constancia Nº 7 el 19 de agosto de 1873 de la que fue su Venerable Maestro (Presidente) dos años después. También ejerció como Gran Orador (representante de la ley masónica) de la Gran Logia de la Argentina y desarrolló un interesante trabajo de historia oral con masones que actuaron en tiempos de la Independencia.



miércoles, 13 de junio de 2018

Masones Argentinos - Lucio V. Mansilla



Lucio V. Mansilla


Estudió sucesivamente en varios colegios y atendió tareas contables en un comercio de su familia. Pasó luego a un saladero a cargo de su padre, en San Nicolás. Sus lecturas de Rousseau y el temor de que llegaran a oídos de su tío Juan Manuel de Rosas hicieron que su familia lo enviara a Europa y Oriente durante tres años. A su regreso, se alistó en el ejército de la Confederación y, después de Caseros, volvió a Europa junto a su padre y su hermano. Compartieron la travesía hasta Brasil con Domingo Faustino Sarmiento.

Nuevamente en Buenos Aires se dedicó al periodismo, pero debió alejarse a la ciudad de Paraná, capital de la Confederación, por un incidente en un teatro con el senador José Mármol a quien retó a duelo por ciertos contenidos de Amalia que consideró agraviantes para su familia. 

Sucesivamente fue secretario de Salvador María del Carril, diputado por Santiago del Estero y secretario de la Convención Constituyente de 1860 en la que Buenos Aires se unió a la Confederación. Participó luego en la Guerra del Paraguay, combatió en Humaitá, Estero Bellaco, Tuyutí, Boquerón, Sauce y fue herido en Curupaytí. Sarmiento lo destinó al servicio de la frontera sur de Córdoba desde donde se internó en el desierto para tratar pacíficamente con los indios. Escribió luego Una excursión a los indios ranqueles que publicó en el diario La Tribuna entre el 20 de mayo y el 7 de septiembre de 1870 como cartas dirigidas a su amigo Santiago Arcos, que vivía en España. 

           

En la presidencia de Julio Argentino Roca, Lucio V. Mansilla fue diputado y desarrolló misiones diplomáticas internacionales. Tras radicarse en París, pidió su baja del ejército y abordó la literatura y el periodismo. Publicó una biografía de Juan Manuel de Rosas y los ensayos En vísperas y Un país sin ciudadanos, además de artículos destinados a la prensa de Buenos Aires. Publicó en el diario Sud América una serie de relatos coloquiales autobiográficos titulada Causeries (charlas) de los jueves que fue editada entre 1889/90 como Entre nos, Retratos y recuerdos sobre 17 personas de su época que conoció personalmente y De Adén a Suez donde contó su primer viaje al lejano oriente. 

Su obra póstuma fue Memorias, en la que narró su infancia y juventud, y describió San Telmo, su barrio natal. Mansilla nació en 1831 en la esquina de Tacuarí y Potosí (hoy Alsina). Falleció en París el 8 de octubre de 1913. 

Lucio V. Mansilla fue iniciado masón, pero fue separado de la Institución a causa de un duelo que sostuvo con Pantaleón Gómez en 1880. La medida respondió a que la Masonería defiende la vida a rajatabla y su Código de Moral Masónica sostiene una serie de premisas éticas y morales que prescriben, entre otras conductas, “Ama a tu prójimo como a ti mismo, evita las querellas, prevé los insultos, deja que la razón sea tu guía, estima a los buenos, ama a los débiles, huye de los malos, pero no odies a nadie, no seas ligero en airarte, porque la ira reposa en el seno del necio, no juzgues ligeramente las acciones de los hombres; no reproches y antes procura sondear bien los corazones para apreciar sus obras”.


En virtud de ellas, las autoridades de la Masonería Argentina decidieron el alejamiento de Mansilla porque el duelo entrañaba un claro peligro para la vida de los contendientes y el desconocimiento de las reglas liminares de la Institución.

Masones Argentinos - Evaristo Carriego

Evaristo Carriego

De familia entrerriana, vivió desde niño en Honduras entre Mario Bravo y Bulnes, en el barrio porteño de Palermo. En su adolescencia se relacionó con publicaciones anarquistas, entre ellas La Protesta. Colaboró en el diario La Tribuna y en la revista Caras y Caretas.

También fue asiduo de los cafés frecuentados por escritores en la primera década del siglo XX. En 1908 publicó Misas herejes y luego, sucesivamente, El alma del suburbio y La canción del barrio que constituyeron sus obras póstumas. Fue autor también de La fonda, La bandera celeste, Vida del General Lamadrid, Vida y muerte en Aragón, La muerte del cisne y Tu secreto.

La vida de Evaristo Carriego tuvo un recorrido breve: falleció de tuberculosis a los 29 años de edad, el 13 de octubre de 1912. Se había iniciado masón el 3 de julio de 1906 en la Logia Esperanza Nº 111 junto con Florencio Sánchez, autor de M’hijo el dotor, creador del término “Canillita” para designar a los vendedores de diarios.

La Masonería Argentina es un punto de encuentro de personas de buenas costumbres que adhieren al ideario democrático, más allá de sus ideologías y convicciones de todo tipo, con el solo requisito de evitar los dogmatismos y los fanatismos. A lo largo de su historia reúne a hombres públicos, artistas, intelectuales, comerciantes y todos aquellos que desean de buena fe su crecimiento espiritual y el de la sociedad a la que pertenecen. En esa convicción, hoy recordamos a nuestro querido hermano masón Evaristo Carriego.

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Masones Argentinos - Manuel García Ferré



Manuel García Ferré

Manuel García Ferré, fue iniciado en la Logia Floridablanca N° 399.

Creador de Anteojito, Larguirucho, Hijitus, Calculín y Petete, se destacó como historietista y relevante artista gráfico. Nacido en España, llegó a la Argentina después de la Guerra Civil Española y en medio de la Segunda Guerra Mundial.

Tras su paso por Billiken, García Ferré creó la revista Anteojito que alimentó con sana fantasía y recursos educativos a varias generaciones de niños argentinos. También fue el autor de Hijitus, primera serie de dibujos animados en nuestro país (1967).

Filmó Soledad y Larguirucho, con Soledad Pastorutti. Fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.


Manuel García Ferré deja una huella imborrable en la sociedad argentina.

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Masones Argentinos - Carlos Pellegrini


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Carlos Pellegrini

Integra la galería de Presidentes argentinos que fueron miembros de nuestra Institución. Gobernó entre 1890 y 1892, a la renuncia de Miguel Juárez Celman de quien era su compañero de fórmula. Su padre, el ingeniero franco-italiano Carlos Enrique Pellegrini, concluyó en 1872 la construcción del edificio que aún es la sede central de la Masonería Argentina.


Carlos Pellegrini recibió su diploma de abogado en 1869 después de su participación en la campaña del Paraguay. Se afilió luego al Partido Autonomista encabezado por Adolfo Alsina. En 1873, tras dos candidaturas fallidas, asumió como diputado de la Asamblea Nacional. Fue también ministro de Gobierno de la provincia y de Guerra y Marina entre 1879 y 1886, durante los gobiernos de Nicolás Avellanada y Julio Argentino Roca.

En 1881 fue elegido senador y cuatro años después viajó a Europa para negociar un empréstito. De nuevo en Buenos Aires, fue elegido vicepresidente del gabinete de Miguel Juárez Celman, labor que compatibilizaba con la presidencia del Senado.

Cuando asumió la Presidencia, la crisis económica que sufría Argentina era profunda por el estado de falencia de varias instituciones financieras. En 1891 creó el Banco de la Nación y la Caja de Conversión y envió a Victorino de la Plaza a Londres para negociar el pago de los empréstitos. Pellegrini también reorganizó el servicio de salud pública, aprobó una serie de medidas para acabar con la corrupción y fomentó la reforma de la vida política.

En septiembre de 1893 recibió el mando de una fuerza militar para desarticular una rebelión en Tucumán. Fue elegido senador en 1895, conservó su banca hasta 1904. Carlos Pellegrini fundó el diario El País desde cuyas páginas reclamó una profunda reforma de la vida social y la política de Argentina, y una mayor democracia.

Después de visitar Estados Unidos donde asistió en 1904 a la asunción del presidente Theodore Roosevelt, publicó sus experiencias en cartas al diario La Nación. Fue elegido diputado y falleció el 17 de julio de 1906 en Buenos Aires. Había nacido el 11 de octubre de 1846.Carlos Pellegrini fue iniciado masón en la Logia Regeneración Nº 5, trabajó en la Logia Docente, presidió la Logia Nacional y fue Gran Maestre electo del Gran Oriente del Rito Argentino constituido en 1906.

La Masonería Argentina recuerda a uno de sus fecundos hermanos que supo transitar la vida pública con los atributos éticos propios de nuestra Institución.

Masones Argentinos - Justo José de Urquiza

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Justo José de Urquiza

Militar y político, fue gobernador de Entre Ríos, líder del Partido Federal y Presidente de la Confederación Argentina entre 1854 y 1860.En la década de 1820 fue electo diputado en el congreso provincial por los vecinos de Concepción del Uruguay. Dirigió la oposición a la Constitución Argentina de 1826, que fue rechazada por su provincia. Desde 1828 en adelante fue comandante militar y civil de Concepción del Uruguay.

Acompañó la campaña militar que llevaría a Pascual Echagüe a la gobernación de Entre Ríos. Urquiza fue nombrado comandante de toda la costa del río Uruguay, con el grado de coronel. En forma paralela prosperó como hacendado y comerciante y desarrolló una red de apoyo político.El 15 de diciembre de 1841, la legislatura eligió a Justo José de Urquiza como Gobernador de Entre Ríos.

En coincidencia con su iniciación masónica (1847), se produjo en Urquiza un fuerte cambio de actitud en su visión como gobernante y estadista, se rodeó inclusive de nuevos colaboradores. Gobernó desde Concepción del Uruguay, participó activamente de las campañas de Corrientes y Uruguay, extendió la ganadería, apoyó la instalación de saladeros de carne vacuna, hizo exigir la papeleta de conchabo a todos los peones rurales, mejoró los caminos y los puertos, instaló molinos de agua, y ayudó al establecimiento de pequeñas industrias. Ejerció un poder de policía muy eficaz para el mantenimiento del orden, la contabilidad adquirió una precisión desconocida al amparo de un prolijo control fiscal, redujo el gasto público e hizo publicar mensualmente en los diarios la nómina de gastos e ingresos.

En materia educativa estableció nuevas escuelas públicas primarias y secundarias. Durante su gestión, tres periódicos se publicaron en forma simultánea, se crearon teatros, escuelas secundarias de mujeres, bibliotecas públicas, convocó a emigrados ilustres, entre ellos Pedro Ferré, Manuel Leiva, Nicasio Oroño y Marcos Sastre y contribuyó a la adquisición de la sede y decoración de la Logia Jorge Washington de Concepción del Uruguay. El Supremo Consejo de la República Oriental del Uruguay le otorgó el Grado 18 de la Masonería.

A mediados de 1850, cuando la sitiada Montevideo estaba por caer, el Imperio del Brasil decidió apoyar a los asediados. En respuesta, Rosas lanzó la guerra contra el Imperio y designó a Urquiza como comandante del ejército de operaciones, le envió armamento y refuerzos.Sin embargo, en enero de 1851 apareció un suelto en el periódico La Regeneración de Concepción del Uruguay titulado El año 1851que indicó el comienzo de la ruptura de Urquiza con Rosas.

El 1º de mayo de 1851, se anunció el Pronunciamiento de Urquiza, según el cual la legislatura entrerriana aceptó las repetidas renuncias de Rosas a la gobernación de Buenos Aires y a permanecer al frente de las relaciones exteriores. Reasumió también el manejo de la política exterior y de guerra de la provincia y reemplazó en los documentos "¡Mueran los salvajes unitarios!", por "¡Mueran los enemigos de la organización nacional!".

Corrientes fue la única provincia que apoyó el Pronunciamiento. De inmediato, Entre Ríos firmó un acuerdo con el gobierno de Montevideo y el Imperio del Brasil para expulsar a Oribe, llamar a elecciones libres en todo el territorio uruguayo, y enfrentar a Rosas.

Urquiza reunió en Entre Ríos el "Ejército Grande", con tropas locales, correntinas, emigrados unitarios, los soldados argentinos del sitio a Montevideo, unidades "coloradas" del ejército uruguayo y tropas del Imperio. Rosas []esperó a Urquiza cerca de su campamento de Santos Lugares. Ambos ejércitos se encontraron el 3 de febrero de 1852 en la batalla de Caseros. En pocas horas el triunfo fue para Urquiza, Rosas se exilió en Inglaterra, Urquiza asumió el gobierno bonaerense y designó gobernador al hermano masón Vicente López y Planes. Rápidamente envió al interior a Bernardo de Irigoyen, también hermano masón, con la misión de entrevistarse con los mandatarios provinciales e invitarlos a una reunión de gobernadores en San Nicolás de los Arroyos. El encuentro se desarrolló en los últimos días de mayo, se acordó reunir un Congreso Constituyente en Santa Fe con dos diputados por provincia y se otorgó a Urquiza el cargo de Director Provisorio de la Confederación.La legislatura porteña rechazó el Acuerdo, Urquiza disolvió la legislatura.

El Congreso sesionó sin la presencia de Buenos Aires, y aprobó una Constitución federal y liberal, adaptada por José Benjamín Gorostiaga del proyecto del hermano masón Juan Bautista Alberdi contenido en su ensayo Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina (1852). Reconocía también la influencia de la Constitución de Estados Unidos y de la Constitución Argentina de 1826.El 1º de mayo de 1853 se sancionó la Carta Magna que fue jurada el 9 de julio en todas las capitales provinciales.

El Congreso Constituyente se hizo cargo del Poder Legislativo, designó a Paraná capital de la República hasta que se uniera Buenos Aires, aprobó con Francia e Inglaterra un tratado de libre navegación de los ríos. En marzo del año siguiente, los Colegios Electorales de las provincias eligieron a Urquiza Presidente de la Confederación Argentina, acompañado por Salvador María del Carril, hermano masón, fundador de la Logia San Juan de la Frontera Nº 33, como Vicepresidente. Asumieron el 1º de mayo de 1854.

Urquiza priorizó la educación, la instalación de tribunales de justicia, también nacionalizó el Colegio y la Universidad de Córdoba y el Colegio de Concepción del Uruguay, presentó proyectos para la construcción de un ferrocarril hasta Córdoba, erigió edificios públicos en Paraná, y comenzó la instalación de colonias agrícolas de inmigrantes en Entre Ríos y en el resto del país. Buenos Aires se separó de la Confederación.

Juan B. Alberdi fue destinado a Europa donde estableció relaciones cordiales y logró que España reconociera la independencia argentina.El plan económico trazado por Mariano Fragueiro, primer ministro de Economía de la Confederación, no arrojó los resultados previstos. Entonces, el gobierno de Urquiza contrajo empréstitos en el exterior, especialmente de la banca del brasileño Barón de Mauá. Como la situación no mejoró, se sancionó la ley de "derechos diferenciales" para favorecer la entrada del comercio exterior directamente por los puertos de la Confederación, especialmente por Rosario.

Transcurrido un lustro del mandato de Urquiza, Buenos Aires se rebeló contra la Confederación. En 1859 fue asesinado el caudillo sanjuanino Nazario Benavídez, Urquiza exigió la entrega de los asesinos e intervino el gobierno bonaerense. Buenos Aires optó por la guerra, y Urquiza derrotó al general Bartolomé Mitre en la batalla de Cepeda, avanzó hacia Buenos Aires y exigió la reincorporación a la Confederación.La Masonería, instalada institucionalmente dos años atrás, tuvo entonces activa participación en la búsqueda de la definitiva pacificación.En 1857, se habían constituido el Supremo Consejo Grado 33 y la Gran Logia del Gran Oriente Argentino, presididos ambos por José Roque Pérez. El país estaba dividido entre unitarios y federales, porteños y provincianos. En ese contexto, las Logias Unión del Plata N° 1 y Confraternidad Argentina N° 2, se propusieron alcanzar la unión y confraternidad de la dividida sociedad argentina, lograr la armonía y pacificación del país, unificar los criterios, zanjar los diferendos políticos y evitar la lucha fratricida.
En la noche del 27 de junio de 1860, el Presidente de la Confederación Argentina, Dr. Santiago Derqui, recibió en Paraná una comunicación del Gobernador de Buenos Aires, Bartolomé Mitre, quien a instancias de la Masonería lo invitaba a visitar la Ciudad de Buenos Aires para asistir a los actos oficiales del 9 de julio donde se celebraría un nuevo aniversario patrio. Urquiza, gobernador de Entre Ríos y presidente del Partido Federal, recibió una invitación idéntica.

El 6 de julio, Derqui y Urquiza llegaron a Buenos Aires acompañados de una importante comitiva. Culminados los festejos populares organizados por el Gran Oriente Argentino de la Masonería, se acordó la celebración de una tenida en la sede de la Institución para el 21 de julio a la que se denominó Tenida de la Unidad Nacional, con activa participación de las Logias Unión del Plata y Confraternidad Argentina.

La tenida fue presidida por José Roque Pérez, y durante su transcurso se otorgó el Grado 33 a Bartolomé Mitre, (Gobernador de Buenos Aires, unitario), Domingo Faustino Sarmiento, (unitario), Santiago Derqui (Presidente de la Confederación Argentina, federal), Justo José de Urquiza (Gobernador de Entre Ríos, federal) y a Juan Andrés Gelly y Obes, Jefe del Estado Mayor durante la Triple Alianza y hombre de la estrecha confianza de Mitre.

Los invitados fueron recibidos por el Supremo Consejo Grado 33 en pleno y por los Venerables Maestros (presidentes) de todas las logias de Buenos Aires. Tras los saludos, el Soberano Gran Comendador se retiró con los miembros del Supremo Consejo, en tanto una comisión especial condujo al resto a un templete próximo, donde les fue otorgada la más alta distinción de la Masonería, el Grado 33. De regreso al Templo Central, fueron recibidos con incesantes salvas de aplausos y vivas a la patria.

Ocupando el alto sitial del centro, el Dr. Roque Pérez sentó a su derecha al Presidente Derqui y a su izquierda al Gobernador Mitre; en los sitios especiales e igualmente destacados de la cabecera tomaron ubicación el Gobernador de Entre Rios Justo José de Urquiza, los ministros porteños Sarmiento y Gelly y Obes. De inmediato, Urquiza y Mitre, con sus manos sobre el Libro de Ley Sagrada, la Escuadra y el Compás, prestaron el solemne juramento y se comprometieron: “A OBLIGARSE POR TODOS LOS MEDIOS POSIBLES A LA PRONTA PACIFICA CONSTITUCION DEFINTIVA DE LA UNIDAD NACIONAL”.

José Roque Pérez pronunció entonces un discurso en cuyos párrafos salientes expresó que “un gran acontecimiento nos reúne y agrupa en este lugar... es la presencia del Presidente de la República Argentina, del Primer Magistrado de Buenos Aires y del Gobernador de Entre Ríos, que vienen a tomar un asiento entre nosotros, no en calidad de Magistrados, sino en la de hermanos y fieles sostenedores de nuestra Orden”“…Estos nombres simbolizan ya lo que veis hoy realizado, después de cinco años de luchas desgarradoras, la una el Jefe de la República, y los dos guerreros que cruzaron sus espadas en el campo de batalla, firmada la paz se daban el abrazo de hermanos que es la verdadera UNIÓN NACIONAL ARGENTINA”....”

Como símbolo de la Unión Nacional, Bartolomé Mitre (Jefe del Partido Unitario), y Justo José de Urquiza (Jefe del Partido Federal), se afiliaron a la Logia Confraternidad Argentina N° 2 que, a partir de ese momento también se conoció como Logia de la Unidad Nacional. Por su parte la Logia Unión del Plata Nº 1, a la que pertenecía Derqui, proclamó miembro de honor a Urquiza quien retribuyó a través del Dr. Pedro Díaz de Vivar con una medalla conmemorativa del Primer Aniversario del Pacto de San José de Flores para cada dignatario de la Gran Logia de la Argentina y los miembros del Supremo Consejo, “en prenda de reconocimiento por vuestro eficaz apoyo para obtener la pacificación”. Por entonces, Buenos Aires revisó la Constitución, propuso modificaciones que fueron aceptadas en una nueva Convención Constituyente reunida en Santa Fe.

El 9 de agosto de 1861, la Logia Asilo del Litoral de Paraná proclamó a Urquiza miembro de honor. Con todo, nuevas desavenencias entre Buenos Aires y la Confederación determinaron una nueva contienda, esta vez en Pavón. Pese a que las fuerzas de la Confederación tenían asegurado el triunfo, Urquiza se retiró del campo de batalla para obtener la pacificación definitiva y se dirigió a Entre Ríos. En coincidencia con ese gesto, el Presidente Derqui y el Vicepresidente Pedernera renunciaron a sus cargos y entre todos abrieron el camino a la presidencia de Bartolomé Mitre.

Urquiza mantuvo la autonomía del gobierno de Entre Ríos y conservó el cargo de gobernador. Hubo un acuerdo tácito con Mitre, por el cual éste nunca se enfrentó políticamente a Urquiza. A cambio, Urquiza se mantuvo neutral durante todas las rebeliones federales de esa década. Urquiza también otorgó su apoyo político al Presidente Domingo Faustino Sarmiento. Mitre y Sarmiento fueron huéspedes de Urquiza en el Palacio San José, ambos fueron recibidospor separado con honores excepcionales: pasaron entre una doble fila de gauchos formada como guardia de honor entre el puerto de Concepción del Uruguay y el Palacio San José.

Urquiza murió asesinado en el Palacio San José el 11 de abril de 1870. Había nacido el 18 de octubre de 1801.

sábado, 9 de junio de 2018

Posible Orígen del Escudo Nacional Argentino

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POSIBLE ORIGEN DEL ESCUDO NACIONAL
Historia - Símbolo patrio: La incógnita del escudo 



Un investigador francés destaca la similitud de nuestro emblema con un salvoconducto usado por miembros de un club revolucionario francés para acceder a la Asamblea Legislativa entre 1790 y 1793.

Toda la nación se aprestaba a asociarse a los festejos que culminarían el 14 de julio de 1989 al conmemorar la toma por el pueblo de París de la fortaleza medieval y prisión de La Bastilla, símbolo del despotismo monárquico, que dos siglos antes había sido el punto de partida de la más profunda transformación política e institucional de buena parte del mundo.
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En esas circunstancias, y siendo embajador en ese admirable país, recibí una carta en la cual un caballero interesado en nuestra historia me sometía a una consulta que no dejó de sorprenderme. Preguntaba cuándo y por qué motivo la República Argentina había adoptado oficialmente como escudo nacional el emblema del que se valían como laissez-passer los miembros de un club revolucionario francés para acceder a la Asamblea Legislativa entre 1790 y 1793. En apoyo de su petición acompañaba copia de una ilustración que figura en la obra La Revolución Francesa, de Michel Vovelle (Tomo 3° página 216).

Asimismo quería saber si el diseño había sido obtenido por un argentino durante ese turbulento período o llevado por un jacobino que podría haber viajado para combatir por la independencia argentina.

La similitud con nuestro escudo - como podrá apreciarse por la reproducción que acompaña esta nota- era tan acentuada que no dejó de sorprenderme. Sobre todo teniendo en cuenta que esa credencial era utilizada dos décadas antes de que la Asamblea General Constituyente de 1813 resolviese adoptar el conocido blasón nacional. La curiosidad planteada en términos tan precisos estaba pues plenamente justificada. Como, por mi parte, no tenía ninguna explicación al respecto, tuve que contestarle a mi interlocutor que intentaría satisfacer su demanda consultando a alguien que tuviese cierta versación en la materia.

Intenté conseguir la obra de Vovelle, historiador marxista que interpreta a su manera los sucesos del levantamiento popular contra el régimen de Luis XVI, pero no fue fácil. No había sido distribuida en el comercio y sólo podía adquirirse por una suscripción particular en una editorial vinculada al Partido Comunista.

Me dirigí entonces a la Biblioteca Nacional donde fui recibido muy cortésmente por quien era la Directora del Departamento de Grabados y Fotografías, Laure Beaumont-Maillet, quien conociendo el motivo de mi visita ya había hecho los preparativos para exhibirme el emblema en cuestión conservado con todo cuidado en un voluminoso cartapacio clasificado con la denominación "Código de la Colección Qb.1 Año 1793", que indica el orden interno en que está ubicado en esa repartición. Con inocultable orgullo por la pieza histórica que mostraba ante mis ojos, me proporcionó otras informaciones.

Las iniciales "BR" que aparecen en un círculo bajo la cinta roja que une a los laureles significan "Bibliothèque Royale", razón por la cual también está incluida la corona real. Las letras "Lat" que se ven en el borde derecho del escudo, a la altura de los rayos segundo y tercero del sol, corresponden a la "Colección Latarrade" de la que formaba parte esa estampa y cuyo propietario del mismo nombre vendió una parte a la Biblioteca Nacional en 1841. A su vez, la familia de Latarrade, en 1863, donó a la misma institución otros quince mil grabados, de donde surge que la proveniencia del referido emblema está perfectamente certificada.

La directora agregó que, en su opinión, el movimiento del azul de la mitad superior del escudo, que se asemeja a pequeñas olas, podría indicar que los diputados que lo usaban como credencial para ingresar a la Asamblea Nacional provenían de una región marítima de Francia. Por último, tuvo la gentileza de entregarme varias fotos de distintos tamaños y a todo color sacadas por el fotógrafo oficial de la Biblioteca.

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Con esos datos y aprovechando un viaje a Buenos Aires conversé con Bonifacio del Carril, amigo de juventud, a quien expuse con lujo de detalles cómo había llegado a mi conocimiento el tema. Al ver la reproducción de la estampa revolucionaria no pudo reprimir su entusiasmo exclamando que ese documento bien podría llenar un gran vacío en nuestra historia dado que, en lo concerniente al escudo nacional, se desconoce quién hizo el dibujo que sirvió de modelo para hacer el cuño respectivo. Señaló que algunos autores han expuesto diversas teorías en ese sentido, pero que en realidad no han sido sino meras especulaciones carentes de toda base documental. En particular, porque las Actas de la Asamblea comúnmente denominada del Año XIII, que podrían haber arrojado alguna luz, desaparecieron después de 1852 cuando los vencedores de Caseros, que se instalaron en la casona de Juan Manuel de Rosas en Palermo, las incluyeron en un inventario.

De los textos de investigadores como Dardo Corvalán Mendilaharsu,Carlos Roberts, Agustín de Vedia, Luis Cánepa, surge prácticamente un consenso de lo que se sabe con certeza y de lo que se ignora acerca del origen de nuestro escudo patrio. Se sabe que la Asamblea, con el propósito de ejecutar actos soberanos, comisionó al diputado por San Luis, don Agustín Donado, que se encargara de la confección de un sello para autenticar los escritos del gobierno en reemplazo del utilizado hasta entonces con las armas reales de España, y que además serviría para acuñar la primera moneda nacional, "uno de los atributos esenciales de la soberanía", según Joaquín V. González. Está también probado que Donado confió esa tarea al grabador cuzqueño radicado en Buenos Aires Juan de Dios Rivera y que, con el cuño por él tallado, fueron sellados algunos documentos emanados de la Asamblea; por último, en el Archivo General de la Nación figura el decreto del 12 de marzo de 1813, por el cual la Asamblea General Constituyente, con las firmas de su presidente, Tomás Valle, y el secretario Hipólito Vieytes, ordena "que el Supremo Poder Ejecutivo use el mismo sello de este Cuerpo Soberano, con la sola diferencia de que la inscripción del Círculo sea la de Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata" . Con esa formalidad quedó registrada la fecha cierta de la creación de nuestro escudo, por más que "El Redactor de la Asamblea" publicara la noticia el día siguiente.

A partir de ahí empiezan las divergencias y la incertidumbre acerca de quién fue realmente el autor del diseño respectivo. Ha sido atribuido al mismo Donado, al tallador Rivera, al artista peruano Isidro Antonio de Castro y a Bernardo de Monteagudo, entre otros, pero siempre haciendo la salvedad de que no existen constancias concluyentes que permitan sostener con total seguridad a quién de los nombrados cabe asignarle la paternidad del escudo. O sea, que es un debate sobre meras suposiciones.

Corvalán Mendilaharsu, que investigó a fondo este problema, admite que " no se conoce precisamente al autor o inspirador del sello, ni los fundamentos filosóficos y políticos determinantes de los jeroglíficos que lo integran, lo que ha mantenido este asunto en una desesperante oscuridad para los investigadores como para los demás interesados en penetrar el concepto de símbolo máximo".

Para suplir esa "desesperante oscuridad" proliferaron las interpretaciones un tanto antojadizas del significado que tienen las manos unidas, el gorro frigio o de los libertos romanos, la pica, los laureles, el sol incásico y demás elementos, pero ninguna de ellas nos acerca a la verdad histórica.

El misterio subsiste desde hace 193 años. Tal vez el emblema revolucionario francés de 1790 pueda aportar una perspectiva diferente que aliente a los historiadores a tratar de develar la incógnita.

Por Carlos Ortiz de Rozas – El autor fue embajador argentino en Francia (1984-1989).

Próximamente el historiador Juan Cruz Paredes, presentará su libro sobre el tema tras una prolongada investigación.